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Existe una leyenda acerca del origen de este oasis, una historia de amor que se remonta a tiempos prehispánicos. Una hermosa doncella, proveniente del cercano pueblo de Tacaraca, llega desconsolada a este lugar, donde sólo había unos cuantos huarangos, a llorar la muerte de su amado, un valiente general incaico, según algunas versiones . Las lágrimas de esta mujer, de ojos verdes y cabello muy negro, fueron formando poco a poco la laguna. Se dice que en las noches de Luna nueva aún se pueden escuchar sus lamentos, los que confunden a los visitantes desprevenidos.
Es cierto que en la actualidad Huacachina luce algo deteriorada. Las aguas de la laguna han descendido unos cincuenta centímetros de su nivel original, a la vez que han perdido bastante su verdor. Pero por su cercanía a la ciudad, su fácil acceso y toda la infraestructura con la que cuenta, sigue siendo un punto de paso obligado para los viajeros y turistas que visitan la ciudad de Ica. Especialmente para los más jóvenes, quienes han descubierto que las dunas y médanos que rodean al Oasis de América, como llaman los iqueños a la Huacachina, son un excelente lugar para la práctica de deportes de aventura como el Sandboard (tabla de arena) y el motocross.
Los vestigios sugieren que hace aproximadamente 8.800 años, en Santo Domingo de Paracas, hubo colonias humanas. Fósiles de mates, guayabas, tubérculos y frutas, restos de prendas de vestir hechas con fibra de cactus y muestras de piel de los auquénidos, se descubrieron en ese territorio. A la era terciaria y cuaternaria pertenecen los restos fósiles encontrados en esta región cuyo estrato geológico es el más antiguo del país. Con el descubrimiento del yacimiento arqueológico de Santo Domingo se puede afirmar que el primer horticultor del continente se estableció aquí, habiéndose encontrado entre sus restos, una pequeña quena de sólo cinco centímetros.
En 1534, Nicolás de Rivera -uno de los trece del gallo-, hombre de confianza de Francisco Pizarro, estuvo buscando un lugar adecuado, en tierras iqueñas, para la ciudad capital de la conquista. Escogió la zona de Pisco, donde fundo la Villa de Sangallán, Pizarro desestimó la decisión de Rivera y prefirió el valle del Rímac.
Rivera tuvo que afrontar las rebeliones indígenas dirigidas por los caciques de Ica, Chincha, Pisco y Nazca, a los que logró reducir y pacificar.
El encomendero hizo construir en sus dominios solares, rancherías, hospital para indios y una iglesia, primer precedente del actual templo del Señor de Luren.
El 17 de junio de 1563, el capitán español Luis Jerónimo de Cabrera, fundó la Villa de Valverde de Ica. Luego, a causa de varios sismos y por encargo del virrey Conde de Nieva, la ciudad se trasladó al lugar que hoy ocupa.
Es en esta región que se desarrolló notablemente en los primeros años del Virreinato del Perú la industria vitivinícola, especialmente aquella del pisco. Las primeras cepas de vid fueron traídas al Perú en le siglo XVI, desde las Islas Canarias, por Francisco de Caravantes, al iniciarse el siglo XVIII, las vides iqueñas rendían al año 40 mil botijas de vino y 30 mil de aguardiente de pisco.
En 1786 el Perú quedó dividido en Intendencias y se suprimió el Corregimiento de Ica, pasando a formar parte de la Intendencia de Lima, en aquella época el personaje iqueño más notable era el Marqués de Torre Hermosa.
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