LA MIGRACIÓN A ICA POR UN PUESTO DE TRABAJO NO SE DETENDRÁ

Primer caso. Jóvenes no mayores de 30 años oriundos de algún pueblo de Huancavelica, Ayacucho o Puno viajan, advertidos por una gran demanda de mano de obra en Ica, con dirección a algún fundo agrícola donde tendrán un lugar donde dormir, alimentación y un salario diario o jornal que supere los 20 soles.

Segundo caso. Mujeres curtidas y expertas en técnicas del cultivo de cebollas recorren en buses el camino que las conduce de Arequipa a Ica para trabajar durante dos o tres meses en el valle de Villacurí, con similares beneficios que los migrantes del centro del país.

¿Qué significa el pleno empleo en Ica? ¿Cómo se entiende esa situación? Este escenario, que para la mayor parte de los peruanos resulta una figura abstracta, es posible o al menos se vivía en Ica hasta antes del terremoto. Era impulsado por la demanda de mano de obra de las empresas agrícolas, que en los últimos dos años compraron más terrenos y construyeron más plantas para el empaque.
Como consecuencia natural, los iqueños no lograban cubrir todas las plazas en el campo. Esto dio inicio a un proceso migratorio de pobladores de las zonas altas de Huancavelica, Ayacucho, Puno y Huancayo. Y es que una hectárea de espárrago representa al menos cuatro plazas de trabajo. En Ica se estima que se cultivan entre 12.000 y 15.000 hectáreas de este producto estrella entre las exportaciones del país.

Los pobladores foráneos han llegado por cientos en los últimos cinco años a Ica. La mayoría llega en la etapa pico de la cosecha, que comienza en setiembre y continúa hasta los primeros meses del año siguiente. Y esta campaña agrícola que recién arrancó (de agosto del 2007 a julio del 2008) está proyectada como una de las más intensivas en mano de obra. Como nunca antes se vio.

En la campaña anterior (de agosto del 2005 a julio del 2006) migraron a Ica unas 2.000 personas (la mayoría regresa a sus pueblos cuando acaba la cosecha), según la Dirección Regional de Trabajo de Ica, que realiza encuestas laborales entre las empresas locales. Sin embargo, la proyección para la actual campaña registra una demanda de 4.000 personas.
"La peculiaridad de este año es que empresas como Agrokasa o Beta tienen nuevas plantas empacadoras. Otras empresas, como Proagro (de Cervesur), comenzaron sus actividades agrícolas en la zona y ahora requerirán 600 jornaleros", comenta Ulises Mendieta, director de Empleo del gobierno regional. Además, resalta que en época de cosecha una empresa como Agrokasa puede demandar hasta 8.000 personas.
Las estimaciones están divididas respecto al impacto del terremoto en estas proyecciones, aunque se reconoce que ya era un desafío para las exportadoras reunir a todo el personal requerido en época de mayor cosecha.


MIGRACIÓN VOLUNTARIA
Según datos de la dirección regional, la migración en la mayoría de casos es voluntaria. Sin embargo, suele ocurrir que a mitad de la campaña las empresas que pagan menos o brindan menores beneficios se quedan sin mano de obra y delegan a algunos de sus empleados a las provincias de la sierra a reclutar jóvenes.
Sin embargo, lo usual es que los empleadores pidan a cada uno de los migrantes que ya trabajan en los campos llamar a sus familiares o amigos, comenta Jorge Chepote, presidente de la Asociación de Agricultores del Valle de Villacurí.
Otra situación particular es la que viven los exportadores de cebolla dulce del mismo valle. Un promedio de 200 mujeres de Arequipa son trasladadas por dos o tres meses al año a la zona de Villacurí, gracias a la gran habilidad manual en el desmoche (cortar el tallo verde que aflora de las cebollas). Ese es el caso de la empresa MC&M, una de las primeras exportadoras de cebollas, que trae cada año en buses a un promedio de 25 mujeres expertas en estas faenas. "Lo hacemos por una cuestión de especialización. Ellas tienen mucha habilidad y generan una mayor productividad en los cultivos. Por ello les pagamos más, además de los pasajes, la alimentación y la vivienda", comenta Mario Chirinos, director ejecutivo de la empresa.
Fernando Cillóniz, presidente de Informacción, considera que, en la medida en que las agroexportadoras retomen en breve sus actividades e informen que sus cultivos no sufren mayores daños, la demanda de mano de obra continuará siendo el principal dolor de cabeza de las empresas del sector.


Motivos para trabajar en un fundo
El salario diario que recibe un trabajador del campo fluctúa entre S/.18 y S/.22,5 según el tamaño de la empresa agrícola. Sin embargo, se trata de un monto fijo que no toma en cuenta algunos otros beneficios. Por ejemplo, en Agrícola Chapi existe un bono extraordinario que va de S/.2 a S/.5 adicionales al día para los trabajadores con una mayor productividad.
En las plantas empacadoras suele pagarse un sueldo fijo de S/.1.000 mensuales, señala el presidente de Informacción, Fernando Cillóniz.

Además, las empresas les proveen el transporte e incluso el alimento, como un incentivo para que no cambien de empresa. Respecto a esto, el presidente de la Cámara de Comercio de Ica, Ricardo Rivera, comenta: "Antes los trabajadores eran transportados en camiones y ahora se les ofrece buses desde sus viviendas hasta los fundos".


EN PUNTOS
Perfil de los que migran al campo
  • Los que migran de la zona sur andina a los fundos iqueños son mayoritariamente jóvenes. De acuerdo con la encuesta anual del Gobierno Regional de Ica, la mayoría solo tiene educación básica. 
  • Las empresas agroexpor-tadoras les brindan capacitación en cuanto a las faenas del campo. Según la Cámara de Comercio de Ica, solamente un 25% se queda a vivir en Ica y el resto regresa a sus zonas de origen.
  • Los iqueños y estos migrantes dedicados a las labores del campo son buenos orfebres, comenta Jorge Chepote. La mayoría se especializa en diferentes productos en etapa de cosecha, como es el caso de espárragos y uvas.

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